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La industria petroquímica dice que el reciclaje químico puede solucionar la crisis de contaminación por plásticos, pero activistas ambientales y algunos legisladores se muestran escépticos.

St. James Parish, un pequeño pueblo situado en un tramo del río Mississippi entre Baton Rouge y Nueva Orleans apodado "Callejón del Cáncer" debido a la alta concentración de plantas petroquímicas, es la sede del mayor productor de poliestireno (la espuma que se encuentra habitualmente en los envases de refrescos y de comida para llevar) de Estados Unidos.

Ahora, los dueños de esa fábrica quieren construir una nueva planta en la misma zona que transforme vasos y envases de poliestireno usados en materia prima para otros tipos de plástico. Aunque hay pocos datos sobre el tipo de emisiones que generaría este tipo de instalaciones, a los defensores del medio ambiente les preocupa que la nueva planta pueda representar una nueva fuente de carcinógenos como la dioxina y el benceno en la zona ya contaminada.

La planta propuesta llega mientras los gobiernos federal y estatales de Estados Unidos y las empresas privadas invierten miles de millones de dólares en la investigación del "reciclaje químico", que se presenta como una posible solución a las anémicas tasas de reciclaje de plásticos en ese país. Sus defensores dicen que, a pesar de las crecientes restricciones a los envases de un solo uso, los plásticos no desaparecerán en el futuro próximo, y que por ello, el reciclaje químico es necesario para mantener las crecientes cantidades de residuos plásticos fuera de los basureros y océanos.

Pero las preguntas sobre la viabilidad económica de estas plantas abundan, así como las dudas respecto a cómo el reciclaje químico podría contribuir al empeoramiento de la contaminación del aire local, perpetuando así una historia de injusticias medioambientales y al cambio climático.

Este artículo también está disponible en inglés

Los escépticos argumentan que el reciclaje químico es una tecnología de eficacia no demostrada que no es más que el último esfuerzo de relaciones públicas de la industria del plástico. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, o EPA, aún está decidiendo si continuará regulando a este tipo de plantas como incineradoras. Algunos legisladores expresaron en agosto su preocupación por las emisiones tóxicas de estas instalaciones.

“Van a manejar productos químicos tóxicos... y van a poner a nuestras comunidades en riesgo de contaminación del aire o de algo peor”, dijo a EHN Jane Patton, nativa de Baton Rouge y responsable de la campaña de plásticos y petroquímicos del Centro de Derecho Ambiental Internacional (International Environmental Law), sobre la nueva planta propuesta en Luisiana.

El aire de St. James Parish, donde se construirá la nueva planta, tiene uno de los niveles más altos de contaminación del corredor del río Mississippi llamada el “callejón del cáncer”. Una investigación conjunta publicada en 2019 de ProPublica, The Times-Picayune y The Advocate encontró que la mayoría de nuevas plantas petroquímicas en la parroquia –incluyendo la nueva planta de reciclaje químico– se ubicará cerca al distrito 5, en donde la mayoría de habitantes son personas negras.

 

¿Qué es el reciclaje químico?

Credit: Wikimedia

Cuando la mayoría de personas pensamos en el reciclaje, nos imaginamos lo que los expertos de la industria llaman “reciclaje mecánico”: los plásticos son separados, limpiados, aplastados o picados y luego derretidos para hacer nuevos bienes.

En los Estados Unidos, no obstante, menos del 10% de los plásticos son reciclados debido a diversos retos que van desde la contaminación hasta la variabilidad del tipo y el color de los plásticos. “Ningún envase plástico flexible puede ser reciclado a través del reciclaje mecánico. El único que realmente puede reciclarse son las botellas de agua número 1 y 2, y los tarros de leche”, dijo a EHN George Huber, un profesor de ingeniería en la Universidad de Wisconsin y cabeza del centro inter-universitario de investigación Chemical Upcycling of Waste Plastics.

Así es como entra en escena el reciclaje químico– procesos que usan altas temperaturas, químicos o ambos para romper plásticos usados y regresarlos a sus partes químicas más básicas para, en teoría, hacer más plástico. Sus proponentes dicen que el reciclaje químico puede complementar al reciclaje tradicional al hacerse cargo de plásticos de distintos tipos y aquellos más difíciles de reciclar.

“Una ventaja del reciclaje avanzado es que puede tomar más del 90% de los plásticos que no son reciclados hoy en día, incluyendo los films, bolsas y otros plásticos mixtos difíciles de reciclar, y reconvertirlos en plásticos nuevos con la calidad del plástico virgen aprobados para uso médico y de contenedores de alimentos”, dijo a EHN Joshua Baca, vicepresidente de la división de plásticos del Consejo Americano de Química (American Chemistry Council).

Una larga y complicada historia

La tecnología ha existido por décadas, con una primera oleada de plantas construidas en los noventa, pero no despegó por los retos operativos y económicos. Huber dijo que algunos factores han cambiado, como un aumento significativo del uso de plásticos y la negativa de China de aceptar la basura de otros países, que hacen que el reciclaje químico sea más viable esta vez.

Aún así, una investigación de 2021 de Reuters encontró que la viabilidad comercial sigue siendo un enorme reto para los recicladores químicos debido a las dificultades como la contaminación de los plásticos que llegan, los altos costos de la energía, así como la necesidad de limpiar la producción antes de poder transformarla en nuevos productos plásticos.

“Una cosa es la teoría de diseñar algo en papel– pero construir una planta, ponerla en funcionamiento, obtener los permisos y que funcione como uno cree que lo hará es todo un reto”, dijo Huber.

Rastrear cuántas plantas de reciclaje químico operan hoy en los Estados Unidos es complicado– y depende en buena parte de qué cuente uno como “reciclaje”.

Potenciales impactos climáticos 

La mayoría de las plantas de Estados Unidos son instalaciones de pirólisis, que utilizan enormes cantidades de energía para calentar los plásticos lo suficiente como para romper sus enlaces químicos, lo que hace temer su impacto climático si esa energía procede de la quema de combustibles fósiles. Un análisis de Closed Loop Partners encontró que, dependiendo de la tecnología empleada, las emisiones de de dióxido de carbono del reciclaje químico pueden ser del 22 al 45% más bajas que la de la producción de plásticos vírgenes.

“Es una tecnología muy prometedora para abordar el problema de los residuos (plásticos), pero si no se aborda al mismo tiempo el reto de la procedencia de la energía, hay un problema”, dijo a EHN Rebecca Furlong, candidata al doctorado en química de la Universidad de Bath que ha realizado evaluaciones del ciclo de vida de las tecnologías de reciclaje de plásticos.

Un estudio de evaluación del ciclo de vida elaborado para una empresa británica de reciclaje de productos químicos concluyó que el reciclaje de productos químicos tiene un impacto climático significativamente menor que la incineración de residuos, pero produce casi cuatro veces más emisiones de gases de efecto invernadero que enterrar el plástico en un basurero.

El Consejo Americano Químico, o ACC por sus iniciales en inglés, dice que hay por lo menos siete plantas en los Estados Unidos haciendo reciclaje de plásticos a plásticos, aunque muchas de esas instalaciones también convierten el plástico en combustible industrial. Por ejemplo, de acuerdo con documentos revisados por la Alianza Global por las Alternativas a la Incineración, o GAIA, en 2018 una planta ubicada en Oregon y en poder de una de las compañías que planea construir las instalaciones de Louisiana, convirtió 216.82 libras de poliestireno en el material plástico de base estireno, enviando aproximadamente la misma cantidad para ser quemado en un horno de cemento.

La ACC, reguladores de la Unión Europea y Furlong y su consejero, Matthew Davidson, dicen que la transformación de plásticos a combustibles no debería contarse como reciclaje. “Claramente sacar petróleo del suelo, usarlo como plástico y luego quemarlo no es enormemente diferente de sacarlo del suelo y quemarlo", dijo a EHN Davidson, director del Centro de Tecnologías Sostenibles y Circulares de la Universidad de Bath.

Interrogantes abiertos sobre los impactos en la salud ambiental

Credit: Wikimedia

El reciclaje químico tuvo un gran impulso durante la administración de Trump, incluyendo una alianza formal para potenciar las tecnologías de reciclaje químico entre el Departamento federal de Energía y el Consejo Americano de Química, que hace lobby a favor de la industria de los plásticos.

Sin embargo, la información sobre los impactos en la salud ambiental de este tipo de plantas es muy limitada. Furlong dijo que no ha incluido la generación de residuos peligrosos en sus evaluaciones del ciclo de vida debido a la falta de datos. Tangri dijo que ha habido muy pocos estudios por fuera de laboratorios sobre el tema, en parte porque hay relativamente pocas plantas de reciclaje químico. Además, las que existen son demasiado pequeñas para cumplir el umbral de notificación de contaminación de la EPA, o se encuentran dentro de un complejo petroquímico más grande, por lo que no reportan por separado sus emisiones de contaminación atmosférica.

A principios de este año, el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (Natural Resources Defense Council) lanzó un reporte que analizó a ocho de estas instalaciones en los Estados Unidos. El grupo medioambiental encontró que una planta en Oregon envió alrededor de medio millón de libras de residuos peligrosos, incluyendo benceno y plomo, a incineradores en Washington, Colorado, Missouri y otros tres estados. Las incineradoras de residuos peligrosos pueden emitir contaminantes atmosféricos tóxicos a las comunidades cercanas. Además, algunas incineradoras de residuos peligrosos de Estados Unidos han infringido repetidamente las normas de contaminación atmosférica y la EPA ha planteado recientemente su grave preocupación por la acumulación de residuos peligrosos debido a la limitada capacidad de incineración.

La planta de Oregón, que se supone que descompone el poliestireno en estireno, también envió más de 100.000 libras de estireno en 2020 para ser quemado en plantas de conversión de residuos en energía (combustibles) en lugar de ser reciclado de nuevo en nuevos plásticos, según el informe del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales.

Fuentes: https://www.ehn.org/reciclaje-quimico-plasticos-2658503210.html

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