El valorizar los diferentes tipos de residuos implica el rescatar de la basura materiales usados para darles una segunda vida con su función original o alguna otra. Empieza a ser una tendencia pujante de la economía circular por el beneficio económico, no solo ambiental, y la escasez de materias primas. Estos son algunos de sus pasos básicos.
Lesoto es un pequeño país africano, rodeado por Sudáfrica y sin salida al mar. La erosión, el exceso de pastoreo y la pobreza plantean desafíos que su población, mayoritariamente rural, enfrenta con ingenio. Por ejemplo, los artistas locales diseñan joyas, ropa o alfombras a partir de materiales rescatados de la basura. Su historia la cuenta el documental 'De basura a tesoro', que pudo verse en Recuwaste 2021, congreso internacional organizado por el Consorcio de Residuos del Maresme, Barcelona, sobre una de las grandes bazas de la economía circular: la valorización de residuos.
Consiste en "recuperar los residuos de alguna manera, que dejen de ser algo inservible y se conviertan en un recurso", resume Carles Salesa, director del Consorcio. Ya sea con la misma función que tuvieron en origen, como el plástico de botella que vuelve a ser plástico de botella, o con otra diferente, por ejemplo los áridos reciclados procedentes de demoliciones que terminan en el firme de una carretera o los plásticos marinos transformados en ropa.
Otro tipo de valorización es la energética de desechos no reciclables o reutilizables que se usan como combustible para producir energía. Reciclaje (‘Recycling') es el proceso industrial que transforma un residuo en nueva materia prima. Supra-reciclaje o súper-reciclaje ('Upcycling') es un paso previo que implica reutilizar o aprovecharlo al convertirlo en un objeto nuevo.
Con la lista en la mano
No obstante, es tan desbordante la cantidad de materiales susceptibles de valorizar que el primer consejo para una empresa sería guiarse por alguna clasificación técnica. Por ejemplo, la Lista Europea de Residuos "ha venido a unificar los catálogos que existían a nivel estatal e incluso regional", afirma Salesa. Orgánicos e inorgánicos, peligrosos y no peligrosos, urbanos, industriales asimilables a municipales como vidrio, cartón o plástico, o muy específicos de un sector productivo, por ejemplo lodos y fangos que pueden aprovecharse para fertilizar.
"El primer paso, válido para cualquier tipo de residuo, es separarlo en origen", incide el experto. "El objetivo es evitar que se mezclen porque, una vez se diluyen, el esfuerzo tecnológico y económico para separarlos es muy grande. A nivel industrial, las compañías se han puesto más las pilas por las inspecciones y porque han visto los beneficios económicos". "Si mezclo, he de pagar a un gestor. Pero si separo, incluso me pagan a mí por esos residuos", aconseja. Sin embargo, "en el ámbito municipal no siempre está tan interiorizado como parece" el beneficio de la separación.
Orgánico vs técnico
El siguiente paso para la valorización sería "diferenciar el ciclo orgánico del ciclo técnico", según Salesa. El primero se refiere a los residuos biodegradables como restos de comida, desechos agrícolas o purines de ganadería, que se valorizan a través de dos procesos biológicos:
-Compostaje, para obtener compost —abono orgánico de alta calidad— mediante microorganismos aerobios. "Hay que controlar la temperatura y la humedad y remover la materia orgánica para asegurar la presencia de oxígeno", sugiere el experto.
-Digestión anaerobia. Es más compleja pero, a cambio, además de compost se obtiene energía en forma de biogás con entre un 50% y un 60% de metano.
En el ciclo técnico entra el desecho inerte no biodegradable, es decir, materiales como metales, plásticos o vidrio. Se aplican procedimientos mecánicos previos y comunes, como el lavado o el triturado, pero, a partir de ahí, cada compuesto requiere equipos y tecnologías específicas para su reciclaje. "Uno de los grandes caballos de batalla es el plástico, aunque ya existen recuperadores para cada tipo: PET, polietileno, policloruro, polipropileno o poliestireno".
Recuperación limitada o casi eterna
El experto distingue entre "materiales infinitamente reciclables" como el aluminio o el vidrio y otros que se van degradando, perdiendo propiedades y por lo tanto su valoración es finita, así sucede con papeles, cartones y plásticos. Si bien van madurando las técnicas avanzadas de reciclaje químico en lugar de mecánico que solucionan en parte ese problema.
"Hace año y medio, a estas materias primas secundarias les costaba competir en precio, resultaba más barato comprarlas vírgenes", acota Salesa. La situación ha cambiado con la creciente escasez de aprovisionamiento de materiales: "En marzo de 2021, el papel y el cartón que recuperábamos en planta tenía precio 0, ahora lo pagan a 130 euros la tonelada. El polietileno de alta densidad ha pasado de 5 a 450 euros por tonelada". La clave sería "crear una demanda de estos materiales valorizados".
Residuos en Latinoamérica
En mayo de 2021, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó datos sobre la gestión de los residuos sólidos municipales (RSM) en América Latina y el Caribe (ALC): anualmente se generan alrededor de 216 millones de toneladas —52% de residuos orgánicos, 19% de papel, cartón, vidrio y metales, y 12% de plásticos—. El 56% se usa para rellenos sanitarios, mientras que "cerca del 40% se dispone inadecuadamente en botaderos (vertederos) a cielo abierto y con escaso control, y sólo el 4,5% son recicladas", denuncia el informe.
El BID considera imprescindible desarrollar la reglamentación de la valorización de residuos, incluidos los procesos de reciclaje, compostaje y generación energética, y promover la economía circular.
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