Darle una segunda vida no solo es posible, sino que podría transformar nuestro sistema energético.
Un estudio revela que reutilizar las baterías de los coches eléctricos antes de reciclarlas no solo es posible, sino que es la estrategia más poderosa para combatir el cambio climático.
La creciente popularidad de los vehículos eléctricos (EV) presenta una pregunta fundamental y cada vez más urgente: ¿qué hacemos con sus baterías una vez que han llegado al final de su vida útil en un coche?
Un nuevo estudio centrado en California, líder en la adopción de EVs, explora esta cuestión analizando dos estrategias principales: el reciclaje directo de los materiales o la reutilización de las baterías en una "segunda vida" para aplicaciones de almacenamiento de energía estacionaria. La investigación revela que, aunque ambas opciones son beneficiosas, una de ellas presenta ventajas climáticas considerablemente mayores.
California, referente
El contexto de este análisis es crucial. California tiene el objetivo de que el 100% de las ventas de vehículos nuevos sean de cero emisiones para el año 2035. Esta ambiciosa política implica que, en las próximas décadas, la región se enfrentará a un volumen masivo de baterías de EV que ya no son óptimas para su uso en automoción, generalmente cuando su capacidad restante desciende a cerca del 80%. Este inminente flujo de baterías usadas no debe ser visto como un residuo, sino como un recurso valioso con un enorme potencial, según esta investigación.
El estudio modela dos escenarios principales para gestionar este recurso hasta el año 2050. El primer escenario prioriza el reciclaje . En esta vía, todas las baterías al final de su vida útil se procesan para recuperar materias primas críticas como el litio, el cobalto, el níquel y el manganeso. Estos materiales recuperados pueden entonces utilizarse para fabricar baterías nuevas, reduciendo así la dependencia de la minería, una actividad con un alto impacto ambiental y social.
Segunda vida
El segundo escenario prioriza la segunda vida. En este enfoque, las baterías que ya no son adecuadas para los vehículos se reutilizan en sistemas de almacenamiento de energía estacionaria.
Estas baterías, a pesar de su capacidad reducida, son perfectamente funcionales para almacenar energía de fuentes renovables, como la solar o la eólica, y liberarla cuando la demanda de la red eléctrica es alta.
Este uso ayuda a estabilizar la red ya reducir la dependencia de las centrales eléctricas de combustibles fósiles. Solo después de cumplir esta segunda función, cuando su degradación es aún mayor, las baterías pasarían a ser recicladas.
Datos elocuentes
Los resultados de este análisis son reveladores. En cuanto al potencial de suministro, el estudio calcula que para el año 2050, los materiales recuperados a través del reciclaje podrían satisfacer aproximadamente el 61% de la demanda total de California para la fabricación de nuevas baterías de vehículos eléctricos. Por otro lado, la oferta de baterías usadas para una segunda vida superaría con creces la demanda del mercado de almacenamiento estacionario, llegando a cubrir más del 100% de las necesidades de este sector mucho antes de 2050.
Sin embargo, la diferencia más significativa aparece al evaluar el impacto climático en términos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). El modelo concluye que el escenario de segunda vida es la opción medioambientalmente superior. Priorizar la reutilización de las baterías en aplicaciones estacionarias antes de reciclarlas podría generar un ahorro acumulado de aproximadamente 55,8 millones de toneladas de CO2 equivalente para 2050. En comparación, el escenario que prioriza el reciclaje directo lograría un ahorro de 48,3 millones de toneladas de CO2 equivalente.
Reciclar y reutilizar
La razón de esta ventaja radica en que la reutilización evita por completo la producción de baterías nuevas destinadas específicamente al almacenamiento estacionario, eludiendo así todo el impacto ambiental y las emisiones asociadas a su fabricación. Y aunque el reciclaje también ofrece importantes beneficios al sustituir la extracción de materiales vírgenes, el impacto de evitar la producción completa de una batería es, en este caso, mayor, enfatizan los investigadores.
Y lo más práctico: el estudio no plantea una elección excluyente entre reciclar y reutilizar. Dado el enorme volumen de baterías que estarán disponibles, habrá recursos más que suficientes para ambos mercados. La clave está en la priorización. Los hallazgos sugieren que la estrategia más inteligente desde el punto de vista climático es dirigir las baterías usadas primero hacia una segunda vida y, una vez agotada esta, someterlas a un proceso de reciclaje eficiente.
Este enfoque no solo retrasa el momento del reciclaje, sino que maximiza el valor y la utilidad de cada batería, convirtiendo un potencial desafío de residuos en una herramienta para construir una economía circular y acelerar la transición hacia un futuro energético más limpio y sostenible.
Fuente: https://www.elperiodico.com/es/tendencias21/20250805/baterias-coche-despues-120359869