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A pesar de los esfuerzos colectivos a nivel mundial para reducir la producción de los plásticos de un solo uso y minimizar su impacto en el medio ambiente, su consumo continúa aumentando, según un estudio de la fundación australiana Minderoo.

 Este tipo de plásticos (que engloba envases y artículos desechables como bolsas, pajitas y cubiertos que se usan una vez y luego se tiran) representa la mayor categoría de aplicación de los plásticos y supone un tercio de todo este material que se consume en el mundo.

Son el vivo ejemplo de residuo mal gestionado que acaba siendo quemado o vertido en la tierra y en los ríos, desde donde se dispersa al océano y daña la vida marina de forma directa o indirecta, ya que se degrada en partículas de tamaño micro y nanométrico durante meses, años y décadas.

Además, casi todos los plásticos de un solo uso contienen aditivos químicos que mejoran el rendimiento y la estética, varios de los cuales se sabe que son perjudiciales para la salud (con un enorme coste social) y muchos más cuya toxicidad potencial se desconoce.

En la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio ambiente celebrada en 2022 en Nairobi, se aprobó un acuerdo jurídicamente vinculante para acabar con la contaminación por plásticos. Anteriormente, en Montreal, los Gobiernos también colaboraron para acordar un marco de biodiversidad mundial posterior a 2020, destacando el sentido de urgencia necesario para alcanzar los objetivos de biodiversidad de 2050.

Más allá de eso, y aunque los inversores, los organismos reguladores y la sociedad civil también han hecho hincapié en la necesidad de reducir el consumo de plástico y aumentar los esfuerzos de gestión de residuos y la transición a modos de vida “circulares”, se siguen produciendo y consumiendo cada vez más plásticos de un solo uso.

Con la intención de dotar de mayor transparencia a la cadena de suministro de los plásticos, sus flujos materiales y financieros, su impacto ambiental, los compromisos que han asumido las empresas en materia de sostenibilidad y la eficacia de las políticas gubernamentales, la Fundación Minderoo (una de las mayores organizaciones filantrópicas de Asia-Pacífico) ha publicado la segunda edición de su informe Plastic Waste Makers Index.

Según el informe y en sentido contrario a la creciente concienciación de los consumidores, la atención de las empresas y la regulación, hay más residuos de plástico de un solo uso que nunca –6 millones de toneladas métricas (MTM) adicionales generadas en 2021 en comparación con 2019-, que siguen estando fabricados casi en su totalidad a partir de materias primas “vírgenes” basadas en combustibles fósiles.

La lista de las 20 principales empresas petroquímicas que producen polímeros vírgenes destinados al plástico de un solo uso no ha cambiado, siendo Exxonmobil la que más contribuye a la generación de residuos de plástico de un solo uso, seguida de Sinopec y de Dow.

Las dos nuevas incorporaciones a la lista se deben a una importante ampliación de la capacidad de producción: la rusa Sibur (1,5 MTM) y la china Rongsheng Group (1,4 MTM).

La producción de plástico contribuye al cambio climático

El plástico de un solo uso no solamente provoca una crisis de contaminación, sino también climática. En 2021, las emisiones de gases de efecto invernadero de los plásticos de un solo uso equivalían a unos 450 MTM de CO2e, más que las emisiones totales de gases de efecto invernadero del Reino Unido.

La mayor parte de esas emisiones son producidas por las industrias del petróleo, del gas y de la petroquímica en la fase inicial del ciclo de vida.

Casi todos los plásticos de un solo uso siguen produciéndose a partir de combustibles fósiles: el 98% en 2021 frente al 99% en 2019. Llevar a cabo un reciclado mecánico del plástico de un solo uso en circulación podría reducir las emisiones asociadas desde el principio hasta el final de su vida útil entre un 30 y un 40%, como mínimo, en comparación con la producción de polímeros a partir de combustibles fósiles, ya que el reciclado evita justamente las emisiones en la fase inicial de producción.

Además, unas tasas de reciclado más elevadas tendrían consecuencias como la creación de una mayor demanda de residuos plásticos, el aumento de los índices de recogida, la reducción de los residuos mal gestionados y la evitación de fugas de plástico al medio ambiente.

El papel crucial de las políticas públicas y la regulación

Todas las empresas que han asumido compromisos más ambiciosos en materia de circularidad operan en mercados en los que existen normativas y políticas más progresistas y exigentes que apoyan la economía del reciclaje, aunque en distintos grados, concretamente en Europa, EE. UU. y partes de Asia (India, Japón, Corea del Sur y Taiwán).

Sin embargo, en todos los polímeros y tecnologías, solo se espera que se pongan en línea 3 MTM de capacidad adicional de reciclado para 2027 (0,7 MTM por parte de la industria petroquímica).

Los plásticos de un solo uso no solo provocan contaminación, también contribuyen a la crisis climática. En 2021, las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a estos plásticos superaron las emisiones totales del Reino Unido.

Fuera de esas regiones, esperar que las empresas destinen capital a proyectos de reciclaje que ofrezcan una rentabilidad inferior a la de la producción de polímeros vírgenes es probablemente contrario a su deber fiduciario para con los accionistas.

Para desbloquear mayores flujos de capital hacia la producción de plásticos circulares, la presión debe dirigirse adecuadamente tanto a los productores de polímeros como a los responsables políticos.

Con respecto a los productores de polímeros (especialmente los que operan en Europa, EE.UU. y Japón), los inversores querrán entender el argumento comercial y la rentabilidad de la inversión de los compromisos de reciclaje o, en su defecto, por qué las empresas no están liderando o siguiendo a sus homólogas en la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles.

Además, es necesario implicar a los responsables políticos a través de una defensa coordinada que aproveche las perspectivas de la industria, el sector financiero y la sociedad civil.

En este sentido, el enfoque de la transición hacia las energías renovables puede ser un ejemplo ilustrativo: las subvenciones públicas fueron decisivas para el desarrollo de la generación de energía solar fotovoltaica, permitieron la producción de paneles a gran escala, condujeron a una rápida reducción de los costes tecnológicos y han dado lugar a la fuente de electricidad más barata del mundo.

Recomendaciones a los grupos de interés

Minderoo realiza en su informe doce recomendaciones a cuatro grupos de interés (productores de polímeros, inversores, decisores de políticas y otras empresas en la cadena de valor) basadas en tres grandes intervenciones que podrían cambiar radicalmente la situación de los residuos de plástico de un solo uso y las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas.

Esas intervenciones son: limitar la producción y el consumo de plásticos basados en combustibles fósiles; aumentar los productos y materiales plásticos diseñados para la circularidad y que están ya circulando actualmente, y eliminar el vertido de plásticos al medio ambiente a lo largo de su ciclo de vida mediante una gestión de residuos respetuosa con el medio ambiente.

Todo ello debe estar respaldado por una divulgación e información transparente (por ejemplo, a través de la próxima plataforma de divulgación de plásticos de CDP) y una gobernanza sólida a todos los niveles (por ejemplo, responsabilizando a los consejos de administración o a la dirección sobre los objetivos de plástico reciclado con una remuneración vinculada a la consecución de los objetivos).

https://hazrevista.org/rsc/2023/04/produccion-plasticos-un-solo-uso-aumenta-medio-crisis-climatica/

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