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Mientras en el mundo cerca de 20 billones de prendas se convierten anualmente en residuos textiles, algunas startup chilenas, como Ecofibra y Ecocitex, ofrecen opciones para revertir la situación.

La industria del vestuario siempre encuentra formas de reiventarse, dejando atrás toneladas de prendas, muchas veces, con muy poco uso. La producción a gran escala en China, con materiales poco nobles y a bajo precio, ha impulsado el alza del consumo de ropa del planeta, con los consecuentes efectos en el cambio climático.

Sin embargo, el tema ya está en la agenda mundial y hay varios actores que están buscando soluciones para compatibilizar ambos mundos. Chile no es la excepción.

El director del Laboratorio de Innovación de la Universidad Diego Portales (UDP) y experto en economía circular, Eugenio Grove, comenta que los datos señalan que esta industria es una de las más contaminantes.

“Cuando hablamos de fibras, hablamos de todo el proceso que significa producirla: teñir, producir, elaborar y distribuir, sobre todo el algodón. Para cosechar un kilo de algodón se necesitan 10 mil litros de agua. Un jeans usa siete mil litros, lo que bebe una persona en siete años. La industria textil produce 12 billones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero al año, lo que sobrepasa la suma de todos los vuelos internacionales y movimientos marítimos de carga y descarga”, afirma Grove.

Los volúmenes de ropa que se producen anualmente y el creciente consumo es otro problema en esta industria. Según Grove, 100 billones de prendas se generan al año en el mundo, de ellas 80 billones se venden y 20 billones se transforman en residuos. “Los cambios de temporada en el mall son cada 12 días. Hay demasiada producción y la ropa cada vez es más desechable y está pensada para que dure una pequeña temporada o menos de una temporada”, sostiene el académico. La magnitud de estos desechos podría compararse al impacto del plástico, como dice Carlos Osorio, cofundador de Yuken Impact Research Lab, quien explica que el concepto de Fast Fashion - que busca crear prendas más baratas y de menor calidad - viene a profundizar el problema.

“La gente compra y rápidamente bota lo que ya tiene. Un reporte de 2019 señala que se consumieron 62 millones de toneladas métricas de ropa y que alrededor del 57% de la ropa que se compra se bota en vertederos ilegales de ropa. El plástico se demoró cuarenta años en generar un desastre ambiental, al Fast Fashion le tomó menos de una década”, dice.

Aunque hay pocos datos a nivel nacional, las consecuencias de los desechos textiles se hacen notar particularmente en algunas localidades. Grove destaca el caso de la comuna de Alto Hospicio, que al igual que otras zonas del norte, se ha visto afectada por la importación de ropa usada.

“En 2018 se hizo un levantamiento y reveló que en Chile se importan unas 60 mil toneladas de ropa usada. De estas, 29 mil toneladas terminan botadas en el desierto. La comuna está haciendo un levantamiento para evaluar las consecuencias porque se está incinerando la ropa y el SAG (Servicio Agrícola Ganadero), paralelamente, desinfecta estos grandes cerros de ropa en el desierto con componentes químicos que se le agregan a la tierra indirectamente”, sostiene Grove.

Esta situación fue precisamente lo que impulsó a Franklin Zepeda a fundar Ecofibra, una startup que crea productos de construcción reciclando las mermas de ropa usada que entran por la zona franca en el norte.
Fibra textil como material de construcción Ecofibra nació hace seis años en Alto Hospicio “para mitigar la gran cantidad de residuos textiles que se generan producto de la merma del ingreso de ropa usada por la zona franca. Esa ropa no tenía ningún otro destino que los vertederos ilegales y las quemas”, dice Zepeda.
Con el fin de abordar este problema, se asoció con dos arquitectos y desarrollaron hace cinco años un aislante térmico, muy similar a la lana mineral y elaborado completamente en base a todo tipo de telas en desuso.
“Tomamos los residuos textiles que nos llegan y los pasamos por varios procesos de molido para llegar a un panel aislante que sirve como aislante térmico, retardante al fuego y aislante acústico”, explica Zepeda.
El emprendedor revela que después de algunos años en que no obtuvieron apoyo ni de instituciones ni de inversionistas -porque no se veía con buenos ojos trabajar con ropa usada- se adjudicaron un fondo Semilla Expande de Corfo, que les ayudó a comercializar oficialmente.
Actualmente venden directamente a constructoras, con 15 clientes grandes en la zona norte y en Santiago.
Tienen una planta de producción en Alto Hospicio -donde solo el año pasado recibieron 100 toneladas de ropa usada- y esperan en el corto plazo establecer una planta y centro de distribución en Santiago para cubrir el sur, porque “hoy no es costo eficiente desde el punto de vista logístico”, dice el emprendedor.
Comenta que también han establecido alianzas con empresas como Ripley y Colbún, para reciclar principalmente sus uniformes corporativos.
La firma crece cerca de 150% al año y entre sus planes está incursionar en nuevos productos a partir del reciclaje textil. Zepeda adelanta que están trabajando en prototipos de tejas fotovoltaicas - que generan energía a partir del sol- hechas con jeans, y en un material que emula el plumavit, que serviría para amortiguar golpes.
Telas que vuelven a ser materia prima Rosario Hevia, junto a cinco socios, fundó en 2020 Ecocitex, “con la misión de eliminar el desecho textil en Chile, pero de forma de generar el mayor aporte social y medio ambiental posible”

Reciben ropa usada o retazos textiles de personas naturales, para luego procesarlos en su planta en Macul. El proceso conlleva siete etapas con maquinaria, con el fin de convertir los textiles en lana para tejer, que comercializan en más de 270 puntos de venta a lo largo del país.
El modelo de negocio también busca dar un segundo uso a la ropa que llega “en excelentes condiciones”, la que se vende a muy bajo costo a comerciantes para que la vendan al por mayor, a $ 299 por prenda.
Hevia comenta que el primer año recibieron 43 toneladas de ropa, de las cuales lograron reciclar y vender 38. Explica que todavía están en proceso de búsqueda de la mejor forma de tratar este residuo para hacer su negocio sostenible en el tiempo, pues “la ropa sobra”, afirma la emprendedora.
En esa línea, han hecho algunos cambios. Si bien siguen recibiendo ropa gratuitamente de personas naturales, cambiaron el modelo para empresas. “Este año vamos a exigir a los emprendedores que sean proyectos de economía circular”, señala Hevia.
El objetivo es que las empresas entreguen sus residuos textiles a Ecocitex para que los procese y la empresa vuelva a comprarlos.
Hevia comenta que están abiertos a evaluar distintas alternativas con sus clientes, y cuenta que están probando el modelo con Monarch.
También están trabajando en líneas de productos propias, como mochilas, puff y mantas. Para concretar los planes, postularán a fondos públicos -ya se adjudicaron una línea de Corfo- lo que les permitiría producir a escala industrial.
“Necesitamos mejorar las características técnicas, como la resistencia y homogeneidad, para poder hacer productos industriales. Ya podemos desarrollar mantas o pieceras , pero no hemos podido desarrollar por ejemplo, una línea de tejidos”, explica Hevia.
Respecto del proceso de hilandería a partir de telas recicladas, comenta que casi todo es manual. Cuentan con 15 trabajadoras, cinco de las cuales estuvieron privadas de libertad.

FUENTE: https://www.df.cl/

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