Casi un siglo después de sintetizarse el polietileno, el plástico más común, el desafío es evitar que se siga acumulando en la naturaleza o quemándose en los vertederos. Las técnicas de reciclaje químico y de degradación biológica son otra opción frente a los procesos mecánicos.
En marzo de 1933, un grupo de químicos estaba trabajando en la planta de Imperial Chemical Industries en Northwich (Inglaterra) cuando uno de sus experimentos no salió como debía. El resultado fue la primera síntesis de polietileno (uno de los plásticos más comunes) que resultaba muy práctica a nivel industrial.
El material resultó increíblemente útil. Después de ser utilizado en secreto por el ejército británico durante la II Guerra Mundial, comenzó a emplearse para fabricar bolsas, envases, cables, tuberías, contenedores, juguetes y todo tipo de productos destinados a usarse una o infinitas veces.
Hoy, casi un siglo después, el reto está en dar la vuelta a aquel descubrimiento y romper las estructuras de sus polímeros, tan resistentes, para destruir, reciclar o reutilizar los plásticos y evitar que sigan acumulándose en la naturaleza o quemándose en vertederos. Algunas de las soluciones más prometedoras se han presentado en forma de reciclaje químico y degradación biológica.
Reciclaje químico para una economía circular
Actualmente, el proceso de reciclado de los plásticos se basa en gran medida en procesos mecánicos. Es decir, en clasificar, lavar, granular y volver a fundir el material para crear nuevos productos. Este es eficaz con algunos tipos de plásticos, pero presenta limitaciones a la hora de tratar otros, como aquellos con varias capas de distintas propiedades, por ejemplo.
El reciclaje químico se presenta como una solución a estas limitaciones. Gracias a la evolución de la tecnología, permite descomponer los residuos poliméricos en sustancias químicas, listas para ser utilizadas de nuevo. Este tipo de reciclaje tiene la capacidad de tratar todo tipo de plásticos, incluso aquellos mixtos o multicapas.
De acuerdo con The European Coalition for Chemical Recycling, este proceso químico puede complementar el mecánico y, a su vez, fomentar la transición hacia la economía circular. Resulta fundamental, para alcanzar los objetivos de la Circular Plastic Alliance: dar un impulso al reciclaje para conseguir que al menos diez toneladas de plástico reciclado se utilicen en el mercado de la Unión Europea en 2025.
Gusanos que impulsan la degradación del plástico
En el fondo de los océanos, en el Ártico, en los desiertos más remotos e incluso en la cima del Everest. Se han encontrado plásticos y microplásticos en prácticamente cualquier región del planeta, y su resistencia ha llevado a pensar que su degradación a corto plazo es imposible en la naturaleza.
Sin embargo, descubrimientos recientes han abierto la puerta a experimentar con la degradación biológica del plástico. Varias larvas de insectos (lepidópteros y coleópteros) son capaces de descomponer polímeros de polietileno y poliestireno. El gusano de la cera (galleria mellonella), por ejemplo, tiene la capacidad de degradar fragmentos de polietileno en menos de una hora.
Detrás de este descubrimiento están la bióloga molecular Federica Bertocchini, su afición y un golpe de suerte. La científica, apicultora aficionada, se encontraba manipulando panales de abejas cuando se encontró con gusanos de la cera (una plaga común en las colmenas). Los retiró utilizando una bolsa y, poco después, vio que habían roto el plástico.
Sorprendida, trasladó los gusanos a su laboratorio y se dispuso a investigar si verdaderamente podían descomponer este material. Actualmente y a través del proyecto Plasticentropy, Bertocchini está investigando el proceso molecular que hay detrás de esta degradación, para crear así herramientas biotecnológicas que puedan dar una solución natural y efectiva al problema del plástico.
“El hábitat de este gusano es el panal, donde se alimenta de cera. La cera es un polímero natural, formado por una mezcla de moléculas complejas que tienen similitudes con las de los plásticos”, explica en su web. “Es comprensible que estos gusanos puedan desarrollar un mecanismo para romper este enlace químico. ¿Cuáles son los detalles moleculares de la reacción? Esto es exactamente lo que queremos averiguar”.
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