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Lo de una temperatura anormalmente alta es importante porque está relacionado con cómo de diferente es el clima con respecto a la situación de un determinado lugar. Por ejemplo, en una ciudad como Sevilla, tener 38 o 39 grados es una situación relativamente habitual en los veranos. Sin embargo, tener 38 o 39 grados en una ciudad como La Coruña se consideraría una ola de calor severa. O como ha ocurrido en Reino Unido, donde han tenido temperaturas de 40 grados. 

Lo importante de la ola de calor es la anomalía, la diferencia con respecto al clima habitual. Si eso se mantiene entre 3 y 5 días decimos que estamos en una ola de calor.

En España las olas de calor se suelen producir por la combinación de tres efectos principales: 

  1. Que tengamos un anticiclón fijo sobre la península. Si tenemos anticiclón, el aire pesa mucho y el aire al pesar se comprime y se calienta.
  2. Que tengamos al mismo tiempo una entrada de aire sahariano o africano, que suele estar mucho más caliente.
  3. Que tengamos una mayor insolación o radiación solar. Esto está ocurriendo últimamente mucho en junio y julio porque son los días más largos del año.

Si sumamos estos tres factores nos encontramos con las olas de calor.

Y en España estamos observando un aumento de las olas de calor en las últimas décadas…

Si, lo estamos observando debido a que, por un lado, con el efecto invernadero global, el aire está reteniendo más temperatura y por otro, estudios que hemos hecho recientemente demuestran que hay una tendencia positiva a la entrada de este aire africano.  

Con esto, situaciones meteorológicas que antes daban lugar a temperaturas altas ahora dan lugar a temperaturas muy altas.

Cuando empezaste hace unos años a estudiar las olas de calor, ¿esperabas que pudiésemos ver la realidad que estamos viendo en el año 2022?

Hace 10 o 15 años los modelos decían que las olas de calor iban a ser más frecuentes y más intensas, pero yo tenía la esperanza de que ocurriría más adelante dentro de este siglo. Sin embargo, lo que vemos es que el calentamiento global se está acelerando. No pensé que fuéramos a vivir esto tan pronto.

¿Qué es lo que más te preocupa de estar viéndolo tan pronto?

Lo que me preocupa es que estamos todavía en un gran nivel de calentamiento sobre el periodo preindustrial de 1,2 grados. El acuerdo de civilización que hemos alcanzado, el Acuerdo de París, es de llegar a 1,5 grados, que lamentablemente no vamos a poder alcanzar, sino que serán 2 grados.

Entre los 1,2 grados en los que estamos ahora y los 2 grados, que es la esperanza que como humanidad hemos puesto en limitar el calentamiento, hay todavía mucho más recorrido para que este tipo de fenómenos se intensifiquen y sean más frecuentes. Eso es lo que es preocupante, no tanto esta ola de calor sino que esta ola de calor es el anticipo de lo que va a venir.

¿Cuáles son los impactos que tienen las olas de calor en la sociedad, más allá de que pasemos mucho calor?

Tienen impacto en la mortalidad. Hay un grupo de personas, fundamentalmente las mujeres mayores de 65 años que tienen patologías previas, que son más susceptibles. 

En general, hay un deterioro de la calidad del aire, ya que las olas de calor en España suelen estar asociadas también a la intrusión de aire africano. Además, con las olas de calor se produce más ozono superficial, que es el ozono contaminante, y eso supone también más problemas de salud. 

Y aumentan las sequías. En España están aumentando las sequías pero no tanto porque llueva menos, sino porque hace más temperatura y eso hace que el agua se evapore mucho antes. Ahora mismo, por ejemplo, estamos en una situación en la que el contenido de agua del suelo es prácticamente cero.

Y eso, además, intensifica el calor, porque ese calor no se emplea en evaporar el agua que hay en el suelo…

Y hace que seamos más susceptibles frente a los incendios forestales que estamos viendo. Los incendios forestales se propagan más rápidamente y afectan a más masa boscosa ya que no hay humedad en el suelo. Y eso hace que esa masa forestal que se pierde, al año siguiente tenga menos capacidad de retener la humedad, con lo cual entramos en un ciclo de retroalimentación negativa.

¿Y crees que la sociedad es realmente consciente del impacto que tienen las olas de calor en su día a día?

Todavía no. Una cosa es tener la información y otra cosa es interiorizar lo que lo que eso significa y cambiar los comportamientos. Y, además, estamos en una sociedad donde es muy complejo cambiar los factores que inciden sobre la ocurrencia de calor, que es la emisión de los gases de efecto invernadero. Vivimos en ciudades que son más extensas donde los desplazamientos para el trabajo suponen un gasto importante de energía, el uso que hacemos de calefacción o del aire acondicionado,… todo ese tipo de cosas está muy condicionada socialmente y se necesita que el concienciamiento adquiera una mayor profundidad.

¿Crees que nos estamos preparando para el futuro que viene?

En una sociedad tan compleja como la nuestra, damos signos de una cosa y de la contraria. 

Tenemos por ejemplo en España una ley de cambio climático que es de las más avanzadas de Europa. En esa línea de la regulación estamos avanzando pero luego llevar eso a cambios en el comportamiento social es más complicado. Y eso no es sólo información es también interiorización. Después de este verano, la mayoría de los españoles seguramente no verá las cuestiones del cambio climático como antes.

Además, tenemos crisis intensas y a corto plazo como el COVID o la guerra en Ucrania que nos distraen de conseguir unos objetivos climáticos a muy largo plazo, ya que hasta dentro de 30 años no veremos los resultados de las medidas que pongamos en marcha ahora. 

Tenemos que seguir nosotros, como científicos, dando esa información y llegando desde todos los medios posibles a la sociedad y hay que mantener, además, esas líneas de política que hay establecidas en España.

¿Y cómo transmitirías, sin caer en la desesperanza, que lo que estamos viviendo este 2022 seguramente sea lo más normal que vivamos en las próximas décadas?

Yo creo que no es bueno intentar transmitir un mensaje optimista en una cuestión que requiere tanto esfuerzo de todo el conjunto de la sociedad. Los problemas hay que afrontarlos de cara y este es un problema que nos está costando afrontar porque afecta al núcleo de nuestra sociedad, que es el consumo de los hidrocarburos fundamentalmente.

Debemos prepararnos para afrontar este verano y los que van a venir y, entre todos, ver cómo hacemos para que no afecte más a los más débiles, porque el problema de este tipo de cosas es que siempre hay desigualdades en cuanto a los impactos. 

Creo que no es tanto una esperanza de que esto se vaya a pasar sino que preparémonos social, política y económicamente para que los impactos no se ceben en las personas más vulnerables.

Fuente: https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/medioambiente/olas-de-calor-anticipo-va-a-venir/

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