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Experto de la Universidad Andrés Bello, asegura que el cambio cultural en los consumidores es el efecto que mayor impacto debiera tener la aplicación de la Ley, así como también sacar del “circuito de residuos” nada menos que alrededor de 23 mil toneladas de plástico.

Se estima que cada año aproximadamente 8 millones de toneladas de plástico llegan a los océanos alrededor del mundo. La producción y el consumo de este material ha tenido un explosivo aumento y con ello también se ha incrementado drásticamente el rastro que está dejando en el planeta. Es tan complejo el escenario que un informe del Foro Económico Mundial y la Fundación Ellen MacArthur, citado por la ONU, reveló que para el año 2050 se espera que haya más plástico que peces en el mar.

El impacto de estos desechos en los océanos es enorme. El plástico afecta directamente a cerca de 800 especies de fauna marina, las que se enferman por consumirlo, alteran el desarrollo natural de sus crías al usarlo en sus nidos y se ven perjudicadas en su desplazamiento por el exceso de basura en el mar.

En los seres humanos, la contaminación que provoca este tipo de material es igualmente dañina y perjudicial para la salud. Investigaciones recientes señalan que el plástico provoca afecciones cancerígenas, cardiovasculares o enfermedades relacionadas con el sistema nervioso y reproductivo. Además, la presencia de plástico en exceso afecta a las ciudades no sólo desde un punto de vista estético, sino que también muchas veces provocando desastres al tapar ductos de aguas lluvias o desagües.

Es tanto el plástico que se genera que según Iván Franchi, académico de la carrera de Ingeniería Ambiental de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad Andrés Bello, “hay estudios que indican que al año 2050 cerca del 99% de las especies de la fauna del planeta van a haber ingerido producto de su alimentación algún tipo de plástico”.

Una nueva legislación

Buscando reducir los efectos adversos de estos desechos, el pasado 13 de febrero entró en vigencia ley 21.368, conocida como la Ley de Plásticos. Esta nueva normativa regula el consumo de plásticos de un solo uso, prohibiendo a los locales de expendio de alimentos entregar materiales como bombillas, revolvedores, cubiertos, palillos, vasos o envases de plumavit, y obligando a todos los supermercados del país a comercializar y recibir botellas retornables.

Además, para el 2024 todos los recintos de venta de comida deberán utilizar únicamente productos reutilizables para el consumo en el interior del local, mientras que para delivery se deberá entregar envases de plásticos compostables certificados por el Ministerio del Medio Ambiente. La fiscalización de esta nueva normativa quedará en manos de los municipios, quienes mediante el cobro de multas deberán hacer cumplir la ley y educar a la población.

Iván Franchi, académico de la UNAB, afirma que con esta ley “lo que se busca es sacar del circuito de residuos alrededor de 23 mil toneladas de plástico, del cual hoy en día no tenemos un absoluto control de dónde terminan. Si uno analiza porcentajes, esto es simplemente el 2% de todos los plásticos que están puestos en el mercado y un poquito más en términos porcentuales, cerca de un 3%, de los residuos que salen desde nuestras viviendas. En términos netos, no es tanto el material que se busca evitar que se genere. Pero la importancia de la Ley de Plásticos es que precisamente evita que estos materiales lleguen a espacios naturales, que es donde habitualmente se encuentran”.

Por su parte, la directora jurídica de la ONG Oceana Chile, Javiera Calisto, señala que “esta ley regula los plásticos más encontrados en las playas, que se caracterizan por ser plásticos pequeños de bajo volumen, de bajo peso y cuya recolección es muy cara. Tienen un muy bajo valor económico y esto hace que sean muy difíciles de reciclar. Entonces, se define que estos plásticos no pueden entrar a la economía circular a través del reciclaje, por lo que hay que prevenir su generación. Bajo esa idea nace esta ley, que básicamente busca prevenir la distribución de los plásticos más encontrados en las playas, que son los cubiertos, las bombillas, platos, envases y botellas”.

Generar un cambio cultural

En Midas Chile, una empresa nacional que desde hace 18 años se dedica al reciclaje, igualmente destacan el aporte de esta nueva normativa al cuidado del medio ambiente. Daniel Saldías, su director de Economía Circular, asegura que la Ley de Plásticos “va a generar muchos cambios a nivel cultural. Una de las áreas en la que se notará un mayor impacto es en la venta de bebidas. En los supermercados, que son los grandes distribuidores de refrescos, hoy día se estila mucho que todas las bebidas en envases desechables estén frías en los refrigeradores, incentivando al consumidor a un consumo indiscriminado e irresponsable con el medioambiente. Hoy día eso va a cambiar, así como ocurrió con las bolsas. Vas a tener que llevar el envase retornable o tendrás que pagar el adicional por el envase, que te va a obligar económicamente a que si vas a comprar una bebida tienes que llevar el envase”.

La generación de un cambio cultural es algo en lo que también confía Franchi, quien señala que “este tipo de ley va a exigir que se incorpore a nivel tanto de la educación formal como de la educación popular, la que se da en la calle o en la conversación con el dueño del almacén, una preocupación importante respecto de estos materiales. Hoy día a uno le preguntan si uno anda con bolsa, si prefiere un material u otro, y uno esperaría que con esta ley se genere ese mismo efecto. No sé si vamos a poder controlar las 23 mil toneladas de plástico que tiene como objeto la ley, es algo de difícil seguimiento. Pero creo que sí va a haber una generación de cultura que va a tener efectos. El gran desafío es cómo transmitimos aquellos elementos que son relevantes para generar esa conciencia”.

“En buena hora, por un lado, se les entrega a los municipios la competencia de tener que poner en práctica la ley. Están reconocidos y han dado luces de sobra durante los últimos años de que efectivamente tienen la capacidad de implementar programas de educación a nivel local. Pero yo creo que también está la necesidad de que este tipo de contenidos, de definiciones, vayan más allá de una simple ley”, agrega.

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