¿Qué pasa con los dispositivos electrónicos que tiramos? Un estudio español sigue la ruta de metales pesados como plomo, mercurio o cadmio en su viaje de vuelta desde el continente africano a ríos y mares, y finalmente, a nuestra mesa
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¿Quién no tiene un móvil, una tableta e, incluso, un coche eléctrico? ¿Quién no se queja cuando sus aparatos electrónicos comienzan a cargar peor y a disminuir la durabilidad de sus baterías? ¿Cada cuánto tiempo cambiamos nuestros dispositivos electrónicos?
Pero ¿quién sabe cómo y de dónde proceden los materiales necesarios para fabricar esas baterías? ¿Quién sabe qué pasa con los dispositivos que tiramos?
Los dispositivos electrónicos que todos y todas tenemos son una mezcla compleja de cientos de materiales. Entre los que se encuentran metales pesados como plomo, mercurio o cadmio.
Para que se hagan una idea, un teléfono móvil tiene entre 500 y 1.000 compuestos diferentes. Además, hay que saber que la obtención de estos materiales pone en riesgo la salud de los trabajadores que extraen los metales en las minas y fabrican los productos. Y al final de su vida útil, si esos materiales no son tratados adecuadamente, las sustancias peligrosas que contienen pueden contaminar el medio ambiente y afectar a la salud de las personas.
El círculo vicioso de los dispositivos
La mayoría de los metales necesarios para la producción de dispositivos electrónicos son extraídos en minas de países en vías de desarrollo, como África. Una vez obtenidos, son comprados por grandes empresas asiáticas para producir los componentes de los aparatos electrónicos.
Finalmente, los teléfonos inteligentes, tabletas y coches eléctricos producidos serán vendidos en todo el mundo. Aunque la mayoría de los consumidores vivirán en países desarrollados, como los de América del Norte y Europa.
Pero esto no es todo. Cuando nuestros dispositivos electrónicos ya están obsoletos y su batería no dura lo suficiente, el viaje de los metales pesados que comenzó en las minas africanas termina con el envío de nuestra basura electrónica de nuevo al continente africano.
Los países ricos pagarán a los países pobres por hacerse cargo de su basura, siendo una parte importante de su economía. Pero causando un gran problema medioambiental, ya que el reciclaje en estas zonas no está lo suficientemente desarrollado.
El vertedero de Agbogbloshie
A modo de ejemplo, en Ghana, país de África occidental, está uno de los vertederos de residuos electrónicos más grandes del mundo [Agbogbloshie se está mudando a la zona de Adjen Kotoku], y recibe principalmente desechos electrónicos europeos. En este vertedero, la basura tecnológica se acumula para ser posteriormente quemada.
Esos desechos pueden empezar a descomponerse, produciendo gases que van a la atmósfera y líquidos que penetrarán en la tierra. Su quema también emitirá gases peligrosos que pasan a la atmósfera. Estudios previos ya han demostrado que el vertedero de desechos electrónicos de Ghana causa una contaminación importante del suelo y la atmósfera por metales pesados.
Sin embargo, las poblaciones locales desconocen los problemas ambientales que producen estos desechos electrónicos, respirando esos gases y consumiendo los recursos naturales de los alrededores. No existe ningún control sanitario previo.
La contaminación regresa a Europa
La vuelta de la basura electrónica europea a los países africanos cierra un círculo que es un claro ejemplo de la política global actual: el primer mundo extrae lo que necesita y devuelve lo que ya no quiere.
El enorme coste ambiental de los metales necesarios para saciar la necesidad cada vez mayor de dispositivos eléctricos y electrónicos en países desarrollados lo están pagando los países productores y receptores de desechos en África. Mientras tanto, los estados europeos se benefician de los nuevos aparatos y el transporte ecológico sin carbono gracias a los automóviles eléctricos que llevan minerales africanos en sus baterías.
El enorme coste ambiental de los metales necesarios para saciar la necesidad cada vez mayor de dispositivos electrónicos en países desarrollados lo están pagando los países productores y receptores de desechos en África
Pero quizás ese círculo no sea perfecto y esta contaminación esté llegando a los ciudadanos europeos. Los productos del mar podrían ser un posible vector de contaminación por metales pesados entre África y Europa.
Los metales pesados producidos en áreas mineras y en vertederos de desechos electrónicos llegan a las aguas costeras a través de ríos y riachuelos y se acumulan en los sedimentos marinos. Desde allí, entrarán en la cadena trófica a través del plancton. Luego pasarán a los peces que consumen ese plancton para, finalmente, terminar en los grandes depredadores.
La acumulación de estos metales contaminantes dependerá de las especies, dependiendo de su nivel trófico, su historia de vida y sus hábitos de alimentación.